jueves, 14 de diciembre de 2017

El santo grial de estas investigaciones es buscar una sustancia catalizadora, barata y eficiente, que permita acelerar las reacciones químicas y descomponga la molécula gaseosa de CO2 en presencia de agua y una corriente eléctrica, procedente de una célula solar. En los vegetales hacen ese trabajo ciertas enzimas.
Uno de los principales candidatos es el óxido de cobre u óxido cúprico, pero tiene un problema: descompone más agua que CO2, lo que produce demasiado hidrógeno molecular (H2), poco interesante desde el punto de vista energético.
Ahora, un grupo de expertos del Instituto Federal Suizo de Tecnología, en Lausana, han encontrado una solución. Descubrieron que al añadir una capa de estaño –de un átomo de espesor– a los electrodos de óxido de cobre obtenían monóxido de carbono en estado casi puro. El 90% de las moléculas de CO2 se convertían en CO. También descubrieron que un 13,4 % de la energía procedente de la luz solar era aprovechada en este proceso (las plantas apenas alcanzan un 1% de eficiencia).

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